Siete cooperativas agrícolas de Chimaltenango y Chiquimula, departamentos de Guatemala, fueron acompañadas por Wakami, Dalberg y Pro Mujer con el proyecto “Transformando la Empresarialidad de la Agricultura Regenerativa” (TRAE, por sus siglas en inglés), con la intención de potenciar el bienestar de las comunidades de las que hacen parte.
En Guatemala, el sector agropecuario representa un pilar económico fundamental, con una incidencia del 25% en el PIB y una tasa del 60% en generación de empleos (OAS). Por eso, ARGIDIUS y USAID/Master Card, hicieron un donativo a las organizaciones nombradas para que brinden acompañamiento, mentoría y acceso a capital a cada una de las cooperativas productores de café, cacao, maíz, arroz, papas; así como de textiles y productos hechos a mano.
TRAE busca trazar escenarios de mejora que incluyan diversificación de ingresos, acceso a mercados de mayor productividad e integración de prácticas productivas más sostenibles que permitan fortalecer su resiliencia climática; y, para que esta asesoría sea efectiva, se planteó alrededor de tres principios: la consciencia de la diversidad, las condiciones y las ambiciones de cada cooperativa; el entendimiento holístico de su situación, y la combinación del conocimiento de personas expertas con el de los participantes.
De esta manera, las organizaciones y las cooperativas han avanzado en las primeras fases del proyecto, que consta de tres componentes: Análisis del ecosistema y las cadenas de valor, fortalecimiento de las iniciativas productivas, educación financiera y acceso a financiamiento.
¿Qué se ha logrado hasta ahora con TRAE?
La primera acción realizada fue un diagnóstico exhaustivo para determinar el estado de madurez de las cooperativas en tres componentes que se refuerzan entre sí: el económico, el ambiental y el social. El objetivo de esta evaluación fue entender con mayor detalle las oportunidades existentes para cada una, y definir una serie de buenas prácticas y metas de mejora para que alcancen el mayor grado de madurez posible para ellas.
En general, todas las cooperativas se encuentran en niveles de madurez intermedios en los tres componentes evaluados, y sin embargo es en el componente ambiental donde se registraron las mayores oportunidades de mejora. En cuanto al componente social, el estudio determinó que tres de estas cooperativas se encuentran en un nivel de madurez avanzado, lo que indica que han incorporado buenas prácticas, como:
- Tener un alto porcentaje de mujeres, jóvenes y poblaciones indígenas tanto en membresía como en dirección.
- Definir espacios para la toma de decisiones conjunta.
- Establecer documentación oficial y reglas claras sobre el funcionamiento de la cooperativa.
Con base en los resultados obtenidos por el diagnóstico, entre abril y mayo de 2024 se brindaron 7 talleres presenciales para cada una de las 7 cooperativas. Un total de 107 personas fueron capacitadas en temas relacionados con el emprendimiento, como liderazgo, gestión financiera y alfabetización digital; y en temas técnicos agrícolas como transformación del café, huertos para autoconsumo, recolección de agua de lluvia, aprovechamiento de la gallinaza y gestión de residuos, entre otros.
Finalmente, gracias al diagnóstico se identificó la necesidad de formalización de algunas de las cooperativas, o bien el cambio de estatus de pequeño contribuyente a pequeña empresa, para mejorar sus condiciones fiscales y comerciales. También se establecieron las principales necesidades para la búsqueda de financiamiento, como lo son la construcción de beneficiadores de granos y la adquisición de maquinaria, equipo y unidades de transporte.
En las siguientes fases del proyecto se estará apoyando a los grupos comunitarios conformados principalmente por mujeres con formación en temas financieros y crediticios, así como con la posibilidad de acceso al crédito con condiciones beneficiosas para ellas.
Estos componentes estarán vigentes durante el resto de 2024, trabajando por el desarrollo de estas cooperativas con formación en habilidades emprendedoras con enfoque de género y en el uso de métodos de producción más sostenibles que fortalezcan su resiliencia climática.