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Acceso, equidad de género e innovación en la salud de las mujeres

Realmente no hay un entendimiento suficiente acerca de la brecha de la salud que existe en las mujeres. ¿Por qué? Porque a veces, muchas veces, los datos que tenemos para hacer los análisis están basados en el sexo masculino y no necesariamente podemos entender las injerencias que tienen el sexo femenino”. De esta manera, Florencia Muther, socia asociada de McKinsey & Company, resumió uno de los grandes problemas que enfrenta el sector salud a la hora de cerrar las brechas de género.

Su intervención se dio en el panel “Cerrando las brechas de género en salud a través de la innovación del Foro GLI Latam 2024, en el que también participaron Roberto Ewel, Gerente de Salud en Bolivia de Pro Mujer; Gabriela Pittis, Presidenta para Latam de Takeda y Valeria Liegard, Directora de Asuntos Estratégicos y Líder de Diversidad, Equidad e Inclusión de Latinoamérica Sur de Johnson & Johnson; y que tuvo una conclusión sencilla pero contundente: hay muy poca información acerca de la salud de las mujeres, y por eso son tan pertinentes espacios de encuentro y discusión al respecto. 

Este fue uno de los puntos centrales compartidos por Rosario Fegalde en la charla Abordando los determinantes sociales de la salud, en el Foro GLI 2024, en el que también participaron Alfredo Ascarrunz, Gerente General de InnovaSalud; Laura Adiwasito, Strategic Advisor Social Innovation de Fòs Feminista; Florencia Salort, Ginecóloga, Flor de Gineco; y Pamela Martin Garcia, Senior Advocacy Advisor de Family Planning 2030.

A lo largo de ambas charlas, los y las expertas ilustraron la vulnerabilidad emocional y social que muchas mujeres enfrentan, exacerbada por una cultura que no siempre promueve el cuidado integral de la mujer; así como las barreras socioeconómicas, culturales y de género pueden impedir que las mujeres y otras personas marginalizadas accedan a la atención médica necesaria, afectando su bienestar y calidad de vida.

Barreras que enfrentan las mujeres para el acceso a la salud

Mujeres marginalizadas

Las mujeres en situaciones de vulnerabilidad enfrentan barreras adicionales debido a la intersección de diversas formas de discriminación. Aquellas que son migrantes, pertenecen a minorías étnicas, tienen discapacidades o viven en la pobreza, encuentran más obstáculos significativos para acceder a la salud.

Brechas de género y distribución Inequitativa de labores

Las tareas de cuidado no remuneradas, que recaen desproporcionadamente sobre las mujeres, limitan su tiempo y capacidad para buscar atención médica. En muchas comunidades, las mujeres deben equilibrar el trabajo, la crianza de los hijos y las tareas domésticas, dejando poco o ningún tiempo para su propio cuidado. 

Para Florencia Salort, ginecóloga y sexóloga, las mujeres no acuden a los servicios de salud “no solamente porque no tienen tiempo, porque tienen que criar a los hijos o trabajar, sino porque no saben o porque hay alguien que no las deja salir de casa”.

Barreras culturales y de educación

La falta de educación en salud y la ausencia de una cultura de cuidado preventivo afectan significativamente el acceso a la salud de las mujeres. “Desde el colegio nadie enseña qué cosas uno tiene que prevenir, o el ciclo de la vida en cuanto a salud, sobre todo a las mujeres”, explica Alfredo Ascarrunz. Además, las normas culturales patriarcales pueden disuadir a las mujeres de buscar atención médica, el pudor o la desaprobación pueden ser un impedimento significativo para buscar tratamiento. 

Falta de afiliación a un sistema de seguridad social

Solamente 19% de las mujeres de América Latina se encuentran afiliadas a un sistema de seguridad social, según datos de la CEPAL. La falta de empleo formal en muchas regiones impide que las mujeres accedan a seguros de salud y otros beneficios que facilitan el acceso a servicios médicos. 

¿Y dónde están las soluciones?

En la articulación entre sectores

Una de las claves para superar estas barreras es la colaboración entre diversos sectores y entidades. Las organizaciones de la sociedad civil juegan un papel crucial al llevar servicios de salud a las mujeres que más lo necesitan y, con su conocimiento profundo de las comunidades locales, pueden suplir brechas que los sistemas de salud tradicionales no logran cubrir. “Qué importante la articulación con otras organizaciones de base. Por ejemplo, en el norte de Argentina Pro Mujer nos ayuda mucho a que nuestras mamografías lleguen a la mujer que verdaderamente necesita”, cuenta Rosario.

En la responsabilidad de conocer con quiénes se trabaja

Es fundamental desarrollar estrategias específicas para distintos segmentos de la población. La promoción de la salud debe adaptarse a las realidades de cada grupo, considerando factores como el nivel educativo, la ubicación geográfica y las características socioeconómicas; e incluyendo la implementación de programas con perspectiva de género.

En la pedagogía y la conexión humana

Programas educativos que fomenten el conocimiento sobre la salud y promuevan la equidad de género pueden transformar la percepción y el comportamiento de las comunidades. Además, es esencial fomentar una cultura de empatía y calidez humana en la atención médica: los profesionales de la salud deben ser agentes de información y ofrecer un trato cercano y compasivo a los pacientes. Para Rosario Fagalde esto está claro en su día a día de trabajo: demos diagnóstico, pero acompañemos a esas pacientes que no pueden llegar o que, si llegan, se mueren de miedo y se quedan con la información para ellas mismas, cuenta.

En las políticas públicas

El desarrollo de políticas públicas que realmente promuevan la salud de la mujer y la inversión en esta es uno de los factores claves para cerrar las brechas que hoy existen. “Tenemos que pensar en generar políticas donde intervengan los gobiernos, donde podamos analizar los sistemas de salud que actualmente tenemos y reforzarlos. Y no podemos dejar de lado las responsabilidades de las organizaciones de la sociedad civil. Hablemos de ONG o fundaciones, este tipo de instituciones tienen que ir de la mano con la iniciativa privada”, explicó Roberto Ewel, gerente de Salud de Pro Mujer en Bolivia.

En las comunidades

Estas pueden apoyar la concientización de la propia mujer de la importancia de su salud. El programa de las promotoras de salud comunitaria en el que trabajo Pro Mujer, por ejemplo, tiene una red de casi 300 mujeres líderes que pueden romper esa desconfianza, ese temor a la salud porque son atendidas por sus pares, en muchos casos, aún en el propio idioma nativo que ellas hablan.

En la innovación

“La investigación y desarrollo tiene la oportunidad de prevenir y tratar enfermedades que impactan en la vida de las mujeres. Y cada vez más se avanza en tener tecnologías más inteligentes, menos invasivas, más personalizadas, que permiten precisamente tener un impacto positivo en la calidad de vida de las mujeres”, explicó Valeria Liegard, Directora de Asuntos Estratégicos y Líder de Johnson & Johnson.


El acceso a la salud es un derecho fundamental que debe ser garantizado para todas las mujeres, independientemente de su situación socioeconómica, cultural o geográfica. Abordar los determinantes sociales de la salud requiere un enfoque integral y colaborativo, que incluya la articulación entre sectores, la educación con perspectiva de género y la inversión en organizaciones de la sociedad civil es vital para superar las barreras que impiden que muchas mujeres accedan a la atención médica y, en última instancia, mejorar su bienestar y calidad de vida.

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