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Salud de la Mujer: una apuesta rentable para impulsar la economía

Empecemos con un ejercicio sencillo: ir a Google y buscar “persona infartada”. ¿Los resultados? En su mayoría hombres blancos, mayores, con una mano sobre el pecho y expresión de dolor. Aunque no es concluyente, este ejercicio es representativo del sesgo de género que aún existe en el área de la salud. 

Uno que es, literalmente, de vida o muerte. Aunque según Caroline Criado, autora del libro “La Mujer Invisible: descubre cómo los datos configuran un mundo hecho por y para los hombres”, los infartos son considerados enfermedades masculinas, la realidad es que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte por enfermedad para las mujeres en las Américas (PAHO).

Sin embargo, algunos métodos para prevenir estas enfermedades, como tomar ácido acetilsalicílico, no sólo son ineficaces para las mujeres sino, incluso, perjudiciales. Además, debido a que los síntomas de un infarto entre hombres y mujeres son tan disímiles -y en el caso de las mujeres, tan poco conocidos en la comunidad médica- uno de los principales problemas radica en la falta de diagnóstico oportuno, pues las mujeres tienen siete veces más probabilidades de ser dadas de alta durante un ataque cardíaco.

Esto no es fortuito ni, de ninguna manera, reciente. Criado explica que ya en el siglo IV a. C. Aristóteles se refería al hombre como un hecho indiscutible, y a la mujer (o la hembra) como una “desviación del tipo”, una aberración necesaria. La consideración de las características del cuerpo masculino como la norma para los desarrollos médicos se evidencia en más ejemplos de los que podríamos adivinar fácilmente. 

En su libro, Criado expone cómo la falta de datos diferenciados por sexo y la consideración del masculino como el cuerpo humano por excelencia, ha llevado a acuñar el término “el síndrome de Yentl”, que se refiere a cómo las mujeres tienen mayor probabilidad de recibir un diagnóstico oportuno o adecuado si sus síntomas coinciden con los de los hombres. Y, como ya vimos, este muchas veces no es el caso.

Muchísimo menos en las enfermedades o condiciones que, por ser exclusivas de las mujeres o personas con características anatómicas femeninas, no han tenido suficiente investigación. Es el caso de la endometriosis, una condición dolorosa y, hasta ahora, incurable, en la que el tejido del endometrio crece en otras partes del cuerpo y causa síntomas muchas veces incapacitantes que contribuyen al ausentismo escolar o laboral.

“Y aunque se cree que la enfermedad afecta a una de cada diez mujeres (ciento setenta y seis millones en todo el mundo), hubo que esperar hasta 2017 para que el Instituto Nacional de Excelencia en Salud y Atención de Inglaterra publicara sus primeros consejos a los médicos para tratarla. ¿La recomendación principal? ‘Escuchar a las mujeres’”, explica La Mujer Invisible.

Con todo esto, se hace evidente -y urgente- la necesidad de aumentar la inversión en investigación y desarrollo alrededor de la salud de este sector poblacional, y esto es lo que demostró el Instituto McKinsey en su informe “Closing the women’s health gap: A $1 trillion opportunity to improve lives and economies”, publicado en enero de 2024.

Según el Instituto, abordar las brechas y deficiencias en la salud de las mujeres podría reducir el tiempo que estas pasan en condiciones de mala salud (el 25% de sus vidas) en casi dos tercios. Esto puede ayudar a 3.9 mil millones de mujeres a vivir vidas más saludables y de mayor calidad.

Pero, más allá de los impactos sociales de tener mujeres más saludables -que incluyen más acceso a la educación y beneficios intergeneracionales-, mejorar la salud de las mujeres también podría permitirles participar más activamente en la fuerza laboral. Esto impulsaría la economía en al menos $1 billón anualmente para 2040, lo que representa un aumento del 1.7% en el PIB per cápita.  

Para lograrlo, el informe propone soluciones en cinco dimensiones: aumentar la inversión en investigación específica, mejorar la recolección y análisis de datos desglosados por género, ampliar el acceso a servicios de salud específicos para mujeres, crear incentivos para la innovación en salud femenina y desarrollar políticas públicas y privadas a favor de la salud de las mujeres. 

El papel de la ciencia en abordar las disparidades de salud

La investigación científica proporciona la base para comprender las diferencias en la salud entre los géneros y para desarrollar intervenciones efectivas y equitativas. 

Con la falta de ésta, es más difícil para profesionales de la salud y de la ingeniería  biomédica comprender las necesidades específicas de las mujeres y desarrollar estrategias de tratamiento efectivas que ayuden a cerrar la brecha de género en la atención médica.

Las deficiencias en los datos subestiman la carga de salud de las mujeres, limitando la innovación y la inversión

Al pasar por alto la salud de las mujeres se pierden oportunidades para mejorar sus vidas, especialmente entre las que hacen parte de poblaciones vulnerables. Los datos pueden medir problemas y el impacto de sus potenciales soluciones, y son un ingrediente crítico para el análisis. 

Sin embargo, existen brechas desde su generación hasta su análisis, lo que afecta la comprensión y el abordaje de la salud de las mujeres, la efectividad de las intervenciones, la representación en ensayos clínicos y la toma decisiones con enfoque de género. 

Dirigir inversiones hacia la salud de las mujeres

Esto no solo es crucial para cerrar la brecha de salud de género, sino que también puede ser altamente rentable. La inversión en investigación y soluciones de salud con enfoque de género no solo mejorará los resultados de salud para las mujeres; sino que también beneficiará a la sociedad al abordar un área de alta necesidad y potencial de mercado: la inversión en la mejora de la salud de las mujeres muestra un retorno positivo de la inversión (ROI): por cada dólar invertido, se proyectan alrededor de tres en crecimiento económico, (McKinsey, 2024). 

Toda la evidencia nos permite afirmar  que reconocer y abordar esta brecha de género es fundamental para impulsar el cambio y que la salud de las mujeres no es un problema aislado, sino un pilar del bienestar y el progreso social pues, como consideramos en Pro Mujer, una mujer sana es una mujer que puede desarrollar su potencial hasta el punto de mejorar las condiciones de su familia, su comunidad y, por qué no, del mundo.

Lee el informe completo y explora más datos y recomendaciones, aquí.

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