Por | FP 2030
“Tenía 13 años cuando fui madre por primera vez. Vivíamos en la zona rural de mi país y mi mamá trabajaba sin descanso. Nadie me explicó qué métodos anticonceptivos estaban a mi alcance y por eso quedé embarazada de mi novio. Mi papá me dijo que lo había decepcionado y que ahora tenía que ponerme a trabajar para mantener a la otra boca que alimentar. Me tocó parar de estudiar y ayudar. Me distancié de mis amigas y muchos me dieron la espalda. Me sentí desesperada y sin saber que hacer. No quisiera que mis hermanas pasaran por lo mismo”. Colombia, noviembre de 2024.
El testimonio de esta joven le pone cara a las estadísticas de embarazo adolescente, violencia sexual, violencia basada en genero, pobreza menstrual, escasa salud sexual y reproductiva, mortalidad materno infantil entre otras cifras que leemos en los reportes, notas y artículos, que como este, se publican de manera exponencial al acercarse el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
Escuchar estas voces importa e importa mucho porque, en efecto, no son solo indicadores. Retratan una realidad en la que niñas, adolescentes, mujeres jóvenes y adultas desconocen y no gozan plenamente de sus derechos humanos.
Como niña, adolescente y mujer, aprender sobre mis derechos, saber que tengo derecho a vivir una sexualidad plena, sana y libre de violencias me da las herramientas y la voz para reconocer y buscar ayuda cuando este derecho está siendo vulnerado. Conocer sobre mi cuerpo, cómo funciona, cómo cambia y cómo debo y puedo cuidarlo, me da poder y autonomía sobre él. Saber que tengo a mi disposición métodos que me permiten elegir cómo y cuándo (si es que llego a desearlo) convertirme en madre me da control sobre mi futuro: tengo la posibilidad de planear en términos de educación, proyección profesional y generación de ingresos.
De esto se trata la planificación familiar. Se trata de asegurar que todas las personas tengan la posibilidad de ejercer plena autonomía
respecto a la familia que conciben (si quieren tener hijos, y si es así, cómo y cuándo hacerlo) y cómo entienden su proyecto de vida. Se trata de brindar herramientas a todas las personas para decidir sobre cómo vivir su sexualidad. Todo esto sin distinción de género, raza, religión, edad, ubicación geográfica, nivel educativo, nivel socioeconómico y nacionalidad.
Por lo tanto, avanzar en cuestiones de planificación familiar se traduce en asegurar que: contamos con educación y conocimiento sobre métodos anticonceptivos (de corta y larga duración); el acceso a estos métodos está asegurado -es decir, no estamos dejando a nadie atrás; se reconoce plenamente que la atención en salud sexual y reproductiva es necesaria y toda persona puede acceder a ellos. Estas son justamente las banderas que abrazamos en Family Planning 2030 (FP2030).
FP2030 es una alianza global para empoderar a las mujeres adultas, jóvenes y adolescentes mediante la movilización de políticas, inversiones y acciones en planificación familiar basadas en el ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos. Es una colaboración dinámica que reúne a varios aliados en apoyo de la suscripción de compromisos por parte de los Estados de Latinoamérica y el Caribe, en relación con la planificación familiar, la salud, los derechos sexuales y reproductivos y contribuir en su implementación, generando resultados sostenibles en favor de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
Contribuir con la agenda FP2030 es invertir en el desarrollo de los países de América Latina. Revisar leyes y aumentar presupuestos que logren la plena autonomía en la toma de decisión sobre la planificación familiar, la anticoncepción y la realización de los derechos sexuales y reproductivos es el mejor regalo a las mujeres de la región en el mes de celebración del día internacional de la mujer, sí como la afirmación positiva de que JUNTAS, JUNTOS y JUNTES PODEMOS MAS”.
