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Sin mujeres no habrá desarrollo sostenible

A cinco años de cumplirse el plazo para el cumplimiento de la Agenda 2030, las cifras son inquietantes, el 74 % de los Objetivos de Desarrollo Sostenible dependen directamente del cierre de brechas de género. Sin embargo, los avances han sido lentos y desiguales. No basta con insistir en la urgencia. Necesitamos una nueva narrativa que deje de preguntar cuánto cuesta lograr la igualdad y comience a preguntarse seriamente cuánto nos cuesta no tenerla.

Este fue el punto de partida de la sesión inaugural del Foro GLI LATAM 2025: “Acelerando los ODS: invertir en mujeres como estrategia de desarrollo”. Con la participación de líderes del sistema de Naciones Unidas —ONU Mujeres, PNUD, FAO y UNFPA— el panel dejó  claro que la igualdad de género no es un tema sectorial: es la condición habilitante del desarrollo sostenible.

Para María Noel Vaeza, directora regional de ONU Mujeres, persisten dos omisiones sistémicas: la falta de voluntad política para transformar estructuras, y la persistente escasez presupuestaria para cerrar las brechas de género. En ausencia de ambos factores, los sistemas de cuidado siguen invisibilizados, los liderazgos femeninos excluidos de sectores estratégicos y las agendas de género subordinadas a otras prioridades. 

Recordó que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado puede representar hasta el 25% del PIB en países como México. Sin embargo, ese aporte sigue siendo ignorado en la contabilidad económica tradicional: “El país crece en los hombros de las mujeres, gratis”, denunció.

Desde el PNUD, Lorenzo Jiménez de Luis advirtió que los países con más avances en sostenibilidad son aquellos con mayores niveles de inclusión. Y fue más allá: “En lugar de preguntarnos cuánto cuesta lograr la igualdad, deberíamos preguntarnos cuánto nos cuesta no tenerla”. La desigualdad tiene un costo económico concreto, pero también uno institucional: sin cohesión social ni legitimidad, el desarrollo no se sostiene.

Además, lorenzo subrayó la importancia de pasar de la voluntad a la decisión política, articulando alianzas multisectoriales que impulsen políticas sostenidas y con impacto real. “La sostenibilidad requiere incluir al 100 % de la población. Lo demás es simulación”, afirmó.

A este llamado se sumó Lina Pohl, representante de la FAO en México, quien apuntó que no basta con corregir políticas: es necesario desmantelar un sistema que, por décadas, fue diseñado para excluir. “Durante años se construyó sobre un modelo que dejó fuera a las mujeres, a los pueblos indígenas, al sur del país. Nos acostumbramos a esa exclusión como si fuera normal”, señaló. Reconoció que en algunos sectores comienza a haber voluntad y decisiones relevantes —como los esfuerzos por formalizar el trabajo agrícola femenino—, pero advirtió que la verdadera transformación pasa por generar una nueva cultura institucional, una cultura de la inclusión, donde el acceso a la tierra, al crédito, a la conectividad y a las cadenas de valor no siga reservado para unos cuantos.

El mensaje fue claro: si seguimos operando bajo un modelo que excluye sistemáticamente a las mujeres —en los presupuestos, en las políticas, en las estadísticas— no solo estamos fallando en términos de justicia, sino también en términos de eficacia. Las sociedades que más avanzan en sostenibilidad son aquellas que han incorporado a las mujeres de forma plena, transversal y con recursos reales.

Cambiar el paradigma no es opcional. Es el único camino viable hacia un futuro sostenible, justo y verdaderamente inclusivo.