“Pude Salvar Mi Vida”
2 mayo, 2013
Español
Narrado por Edelma Altamirano Espinoza a Alejandra Narvaez Jiron – Pro Mujer en Nicaragua.
“Mi nombre es Edelma Altamirano Espinoza, y pertenezco al centro de Pro Mujer en León, Nicaragua. Tengo 37 años y dos hijos, una de 20 años y uno de 16. Mi hija está casada, vive con su esposo y estudia tercer año de farmacia. Mi hijo está finalizando su escuela secundaria y vive en casa conmigo y mi esposo.
Antes trabajaba como empleada doméstica. Mi esposo trabajaba y mantenía la casa, pero un día dejó de trabajar y se sumergió en el alcohol. Entonces decidí emprender un negocio de venta de ropa. Una de mis amigas que tenía un crédito con Pro Mujer me habló de la institución. Me llamo la atención la forma en que se trabajaba y la oportunidad que me daban para obtener un crédito que solo se respalda con mi palabra.
Hoy día tengo siete años como clienta de Pro Mujer en Nicaragua. Inicié con un crédito de US$49, que me permitió comprar un poco de ropa, pero fui aumentando el capital y ahora compro en mayores cantidades. Actualmente compro ropa y voy a Honduras a venderla. Viajo tres veces a la semana, martes, jueves y sábado. En Honduras pagan un mejor precio y a veces dejo fiadas entre 10 a 12 docenas de piezas de ropa por cliente.
Soy la presidenta de la asociación comunal Las Madrugadoras en León. Como presidente trato de motivar al grupo para mantenernos unidas, pagar a tiempo y cumplirle a Pro Mujer. Trato de inculcar en las socias que el dinero que nos presta Pro Mujer es para el negocio, no para comprar otras cosas.
Estoy agradecida con Pro Mujer porque gracias a la institución pude salvar mi vida ya que siempre nos dicen que nos hagamos nuestros exámenes ginecológicos. En 2006 decidí hacerme el Papanicolaou y la doctora de Pro Mujer encontró algo, y me dijo que estaba avanzado. Realizaron una biopsia y confirmaron la presencia del virus del papiloma humano que puede desarrollar cáncer en la matriz.
Después de muchos exámenes me refirieron al Hospital Escuela de León para extraerme la matriz, ya que con ella adentro podría desarrollar un cáncer. Esto fue hace tres años. Al principio estaba triste y nerviosa, porque la gente decía que una mujer no es mujer si no tiene su útero.
No tuve que pagar por mi cirugía ni tuve que esperar mucho tiempo para que me realizaran el procedimiento. Fue un momento difícil para mi familia pero gracias a Dios logramos salir adelante. Dios tenía un plan para mí y puso a Pro Mujer en mi camino.
Deje de trabajar por tres meses, pero como pude estaba al día con las cuotas en Pro Mujer. No podía quedar mal con la institución que no sólo me dio un crédito para tener un negocio sino que también había salvado mi vida.
Ahora hablo con muchas mujeres que son vecinas, amigas, hermanas de la iglesia, socias de la asociación comunal para que se hagan su Papanicolaou, para que se cuiden a sí mismas, que no dejen la salud para después. También hablo con mi hija para que tome precauciones, porque realmente uno nunca sabe”.